Cada vez que interaccionamos con una persona o con un grupo de personas, nuestras emociones se ponen en juego y muchas veces no somos conscientes de cómo estas emociones determinan el resultado de estos encuentros con las personas.
A veces, estas emociones subterráneas pueden complicar seriamente una situación en la que tenemos que expresar malestar o desacuerdo con otra persona. Si nos paramos a observar una confrontación de este tipo, veremos que muchas veces la conversación sigue el patrón razón-intención-culpa, intentando demostrar con mis argumentos que yo tengo la razón, de donde se puede acabar deduciendo que el otro es culpable de la situación creada e incluso que conocemos la intención del otro, lo cual explica su manera de actuar. Si actuamos así, estaremos condenados al fracaso y no resolveremos nada, y por esto es conveniente ordenar este tipo de conversación de otro modo….
Las conversaciones paralelas
Pero antes creo que es muy importante tener en cuenta dos factores que influirán definitivamente en la evolución de estas interacciones. Estos factores están siempre presentes, pero pocas veces nos damos cuenta de ello. Un es que cuando iniciamos una conversación sobre cualquier tema, también estamos activando dos “conversaciones” paralelas con nosotros mismos.
Cuando iniciamos una conversación también estamos activando dos “conversaciones” paralelas con nosotros mismos
Más allá de los hechos que estamos explicando al otro, estamos experimentando cómo nos sentimos, qué emoción predomina en este momento dentro de mí y si esto está interfiriendo en cómo estoy explicando un tema, a veces con riesgo de bloqueo o descontrol.
Por otra parte también estamos evaluando qué hay en juego para nosotros en esta conversación: ¿Me puedo llegar a sentir ridículo? ¿Descalificado? ¿Humillado? ¿Validado como persona? ¿Culpabilizado? En definitiva, cómo se puede ver afectada nuestra identidad y nuestra autoestima, dos conceptos clave, y muy delicados, que nos acompañan toda la vida.
Mostrar el desacuerdo de manera neutra
Estas son las tres conversaciones de las que habla Douglas Stone, de la escuela de negociación de Harvard, experto en micro-conflictos. Y por esto es tan importante ordenar cómo expresamos este malestar para que tenga alguna utilidad futura. Stone aconseja que en primer lugar expresemos de la manera más neutra posible que tenemos un desacuerdo. Dejemos que primero el otro nos explique su versión y después vendrá nuestra percepción sin intentar justificarnos por lo que ha dicho el otro. Después conviene expresar el efecto que nos ha producido la situación de desacuerdo a nivel emocional, sin hablar nunca de intenciones del otro.
Por último, y más importante, decir cómo nosotros hemos podido contribuir a este conflicto o malentendido (paso decisivo). En ningún caso nunca hablar de quien es o no culpable de la situación creada. Empezar reconociendo cómo hemos podido contribuir nosotros a una situación desagradable abre las puertas a una actitud mucho más constructiva para la otra parte.
Debemos decir cómo nosotros hemos podido contribuir a este conflicto o malentendido; en ningún caso hablar de quien es culpable
Invitar al otro a que nos explique cómo ha podido contribuir él. Es muy importante ignorar los posibles comentarios negativos, siempre reforzando gestos conciliadores.
Finalmente, invitaremos al otro a pensar una solución conjuntamente, respetando sus objeciones, mostrando los beneficios de transformar la situación, para pasar de ir uno contra el otro a ir “nosotros contra el problema”.
¿Os atrevéis a dejar el orgullo? El beneficio será inmenso
¿Os atrevéis a dejar el orgullo? El beneficio será inmenso. Quien lo practica lo confirma.
Claudi Camps, Director asistencial de la Xarxa de Salut Mental i Addiccions de las comarcas de Girona.
Source: www.elperiodico.com
